Épico

Para empezar, vamos a definir dos conceptos importantes. La épica, y la figura del héroe. La épica

literaria, según Google, se puede definir como un género literario donde se relatan historias

protagonizadas por “héroes”, “que representan los ideales de una clase guerrera o aristocrática y

de toda una sociedad”, que “relacionan a estas personas” con los orígenes de la sociedad que la

épica representa, brindándoles un “destino” como pueblo. Sin embargo, el significado de la

palabra épica en sí ha cambiado a través de los años. Épico, hoy en día, hace referencia a algo

“fuera de lugar”, sorprendente, casi fantástico – como si hubiese salido de una épica. A pesar del

significado diferente, se puede ver cómo la relación entre el significado clásico y el significado

contemporáneo sigue existiendo, y tiene una lógica detrás de esta relación. Hablando de las

épicas, cada épica tiene un protagonista: el héroe. Un héroe, en este contexto, es (según esta

página) un protagonista trágico, cuya función es evocar una sensación de heroísmo en la audiencia

de la épica. El héroe debe avanzar a través de una serie de obstáculos hasta conseguir su objetivo

en la épica.


Un ejemplo de épica que contiene varios de estos héroes es la Ilíada, escrita por Homero, un

“aedo” (similar a un bardo medieval) griego, cerca del siglo 8 AC. La Ilíada es una epopeya; es

decir, un relato épico, basada en la historia de Aquiles –el héroe de esta épica- durante los 51 días

finales de la Guerra de Troya. Esta epopeya está escrita en forma de cantos, empezando con el

canto de la Ira de Aquiles, que comienza con su trifulca con Agamenón y Briseida, y termina con

los funerales de Héctor, que fue dado por muerto por Aquiles en el primer canto. La Ilíada, junto a

la Odisea –también escrita por Homero- representan el comienzo de las épicas griegas, y a día de

hoy se consideran las obras literarias más importantes de la antigua Grecia, al punto de formar

parte de la identidad compartida por los antiguos helenos.


En lo personal, opino que más que rendir culto a nuestros antepasados es un tema complicado en

sí. Primero, porque creo que lo que se debe valorar son los roles que cumplieron, no su persona en

sí, y ese es uno de los problemas de rendir culto a una persona, porque hay veces donde su rol

cultural y su persona se terminan confundiéndose entre sí y terminan fusionándose, al punto de

ser indistinguibles. Aún así, es también innegable que tal culto a la personalidad es parte íntegra

de nuestra cultura y la de muchas sociedades en el mundo. La identidad nacional argentina está

construida sobre la figura de héroes nacionales –San Martín, Belgrano, Güemes, etc.- y sobre otros

personajes ficticios, pero que a su vez son una personificación de la identidad nacional, como

Martín Fierro. Pero de todas formas, considero que los valores relacionados con la persona a la

que se rinde culto son más importantes que la identidad de la persona en sí, al menos visto en

relación a cuánto afecta a los valores y tradiciones de nuestra sociedad.


Cada cultura tiene sus héroes y sus modelos a seguir, e, incluso a día de hoy, se continúan

gestando nuevos héroes y modelos. Incluso, 3000 años después de la creación de la Ilíada, nuevos

héroes e historias se forman del seno de la cultura moderna. Creo que en parte es importante

conocer lo que son las épicas, porque eso ayuda a poder identificarlas en el contexto

contemporáneo. Las epopeyas suelen ser parte integral de las culturas modernas, y, incluso si no

te interesa en sí la literatura, aprender qué es una epopeya, una épica, y poder identificar los

valores que estas épicas inculcaron en tu propia cultura te sirve para poder entender mejor la

idiosincrasia de la misma sociedad en la que vivís. Las épicas representan los valores de su pueblo,

y presentan los modelos a seguir de esa sociedad. En lo personal, veo algo muy curioso en las

épicas, y es que muchos elementos de la épica se ven reflejados en ambientes como la política.


¿Quién nunca escuchó hablar del personalismo político? La creación de figuras mitológicas en

personas que, hasta donde sabemos, pudieron haber muerto hace medio siglo. Uno de mis

problemas con el culto a “nuestros héroes” es este: ¿quién establece que son nuestros héroes,

que son nuestros modelos a seguir? ¿Quién puede asegurarme de que realmente estoy rindiendo

culto a una persona con valores realmente sinceros, y que no estoy rindiendo culto a una visión

distorsionada por prejuicios, por intereses egoístas? El límite del culto a la personalidad es cuando

la persona a la que se rinde culto termina siendo deshumanizada por este mismo culto.

Esencialmente, esa es la diferencia entre la épica clásica y la “épica” contemporánea – nosotros

podemos dudar de la credibilidad de estos relatos épicos modernos y tener evidencia de que no

son tal como lo dicen. Pero, cuando hablamos de la épica clásica, cualquier punto de vista que

contradiga a lo que conocemos probablemente ha desaparecido en el curso de la historia, y eso

nos hace creer en la “verdad absoluta” de la épica clásica, eso es lo que nos hace difícil diferenciar

la épica clásica de su equivalente moderno. Pero la verdad es que no son realmente nada

diferentes.

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